Alexandria Marzano-Lesnevich es una joven estudiante de derecho que trabaja en un despacho especializado en representar a condenados a muerte cuando oye hablar de uno de sus clientes, Ricky Langley, un pedófilo convicto y confeso. Hasta entonces había estado en contra de la pena de muerte, pero en ese momento sus convicciones empiezan a tambalearse.
Asombrada por su reacción, se verá obligada a afrontar los duros recuerdos de su niñez. A medida que investiga sobre el caso Langley, su familiaridad con algunos de los hechos la llena de desasosiego y la lleva a desenterrar los oscuros secretos familiares que están condicionando su percepción del mismo.
A medio camino entre las memorias y el true crime, Nada más real que un cuerpo es un libro que quita el aliento y que nos hace comprender que en cualquier investigación criminal −en cualquier reconstrucción de un hecho delictivo− es muy difícil distinguir lo real de las conjeturas y que, por tanto, impartir justicia −y perdonar− resulta mucho más complicado de lo que podamos imaginar.