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«Un balcón de postal», un texto de Llucia Ramis sobre los refugios de verano.

Es un balcón de postal. No lo digo en sentido metafórico: aparece en casi todas las postales del puerto mallorquín en el que veraneo desde que nací. Está justo encima del pequeño muelle donde atracan los llaüts, reflejados en un mar tan plano que parece un estanque. A veces, con mi abuelo, íbamos con la barca a pescar, y mi abuela salía al balcón y nos saludaba con la mano mientras nos alejábamos. Algunas calles –cada vez menos– siguen igual a la sombra de los tamarindos. Las redes aún se amontonan en el paseo frente a la lonja.

Para los que veraneamos siempre en el mismo sitio, es como si todos los veranos fueran el mismo. Conforman un paisaje imperecedero. De eso trata Todo lo que una tarde murió con las bicicletas, de ese mal extraño que provoca la nostalgia; nos hace dolorosamente felices por lo que ya no está pero tampoco pueden quitarnos. La transformación de un lugar hasta lo irreconocible se parece más a la muerte de un ser querido que a un paraíso perdido. Sigue intacto en la memoria, pero no hay dónde evocarlo. Solo en fotos y por escrito.

Al describir esos lugares estivales (no solo los míos, también de mis padres y abuelos y bisabuelos, en Mallorca, Asturias, Bélgica, Huelva, Madrid o París), recorro una memoria a la que llamamos familia. Influida por Natalia Ginzburg, quise recuperar aquellas historias que nos han contado en casa toda la vida y que cada uno recuerda de una manera distinta. Desordenadas como fotos que nunca se fijaron a un álbum, las anécdotas se esparcen y crean, sin querer, un mapa que indica cómo he llegado aquí.

Las posesiones trataría sobre lo que se perdió por el camino. O sobre cómo nos perdimos por culpa de las crisis; personales, económicas, políticas. El vacío. Los tabúes de la corrupción y la enfermedad mental, la caída de referentes –la figura del padre, el amor, el periodismo–, y la venta de la casa familiar, hacen que todo se tambalee y no haya dónde aferrarse. Tampoco un paisaje acostumbrado al que regresar cada verano para sentir que estás en casa.

Escribí ambos libros en el puerto de todos los veranos, en el que paso un mes cada año desde que nací. Solo allí siento que tengo todo el tiempo del mundo, también para leer y, de vez en cuando, darme un chapuzón. No voy al balcón de mis abuelos, sino a otro, adyacente al de mi tía, frente al mismo mar en calma, desde otra perspectiva. Es curioso: mucha gente necesita las vacaciones para desconectar, y yo lo que quiero es conectar de nuevo con la época anterior a Barcelona, donde vivo desde hace casi tres décadas.

Mallorca ya no es la isla de la calma que acuñó Santiago Rusiñol tras un viaje que hizo en 1912. Gertrude Stein ya no le contestaría a Robert Graves que «está bien, si eres capaz de soportar el paraíso». Los más de cuatro millones de pasajeros que registró el aeropuerto el último mes (la isla, de 3.640 km2, no alcanza el millón de habitantes) provocan una angustia cerval entre quienes la amamos y la necesitamos como se necesita un refugio. Año tras año, bate un nuevo récord de visitantes. No es por casualidad que no menciono el puerto al que voy, ni por falta de cortesía que no os invite.

Según Llorenç Villalonga, todos los paraísos son perdidos. Me pregunto si la literatura no es siempre un intento por retener lo que ya no existe, o nunca existió. Y si Mallorca no es ya únicamente un paisaje literario. Pero espero estar allí muy pronto, leyendo y escribiendo sobre qué es un hogar, lo sencillo que parece cuando dibujas una casa en el colegio, lo difícil que es conseguirlo y mantenerlo. Unos escasos metros cuadrados que, como aquel balcón de postal, condensan todos los veranos y toda una vida.


Llucia Ramis
(Palma, 1977) es la ganadora de la IV edición del Premio de No Ficción Libros del Asteroide con el proyecto Un metro cuadrado. Diez pisos y treinta años en Barcelona, una obra actualmente en preparación que reflexionará sobre el problema de la vivienda en nuestro país a partir de la experiencia personal de la propia autora. Periodista de formación, actualmente colabora en medios como La Vanguardia, RAC 1, La Ser Catalunya, Catalunya Ràdio y TV3. Es autora de cuatro novelas: Coses que et passen a Barcelona quan tens 30 anys (2008), Egosurfing (2010, premio Josep Pla), Todo lo que una tarde murió con las bicicletas (Libros del Asteroide, 2013) y Las posesiones (Libros del Asteroide, premio de novela en catalán Llibres Anagrama 2018).

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