«La transparencia de Cuatro hermanas, alejada de la sociología pedestre y la teratología familiar, convierte la escritura de Carleton en un regalo.»
Ricardo Menéndez Salmón
«Es difícil saber qué es más sorprendente: que Cuatro hermanas sea la primera y además la única novela de Jetta Carleton o que su escritura capture tan bien la belleza de la naturaleza y la complejidad de las emociones humanas.»
The Washington Post
«Una vez cada cierto tiempo aparece un libro que te hace dar gracias por poder leer (...) Cuatro hermanas es uno de estos libros.»
San Francisco News-Call Bulletin
«Una maravillosa novela (...) Carleton no idealiza pero tampoco ridiculiza la vida rural de Misuri, y retrata con gran delicadeza una familia llena de pasiones y deseos contradictorios.»
Chicago Tribune
«De los cientos de novelas que he editado, Cuatro hermanas es realmente la única que he releído varias veces desde su publicación y, cada vez que la leo, me emociono igual que la primera vez; por los personajes, sus vidas, por la verdad, la claridad y la generosidad de la escritura y los sentimientos.»
Robert Gottlieb
Es una pena que Jetta Carleton no haya escrito más, pues sin duda lo hubiera comprado.
Deja tan buen sabor de boca,
que estás deseando que pase algo de tiempo para volver a leerlo.
Excelente. Una joya encontrada de manera más o menos casual. No puedo mentir. Lo primero que me llamó la atención fue la portada. Tres jugosos pares de muslos. Que deberían ser cuatro. Tres jovencitas en el campo. Aunque deberían ser cuatro. El objetivo de la cámara se situó por debajo de las chicas, lo que da un aire de grandeza a la fotografía en blanco y negro.
Después ví una reseña en el Babelia. Me pareció interesante. La recorté y la guardé en mi archivo. Volví a topar con el libro en la estantería de una librería. Tenía dudas y eché un vistazo a la contraportada: ‘De los cientos de novelas que he editado esta es la única que realmente he releído en varias ocasiones’. Dice el editor original de la novela. Eso fue lo que me llevó a comprarla. Y fue un acierto.
Desde la primera línea la novela es embaucadora. Escrita de forma ágil, amena, se van devorando páginas y uno se ve envuelto en una historia aparentemente sencilla y lineal pero que empieza a tener dobleces y recovecos insospechados.
La novela trata sobre la vida familiar de los Soames. Contada desde varios puntos de vista por la misma voz en off. La hermana pequeña. El par de muslos que debe faltar de la portada. Nacida años después del resto de sus hermanas nos da un punto de vista que trata de ser imparcial.
Acontecimientos inicialmente llanos van cobrando relevancia a medida que pasamos páginas y corre el turno de palabra. La autora ha dividido en libro en capítulos que se van centrando en cada uno de los miembros de la familia. De la mano de Jessica, Matthew (el padre), Mathy y Leonie nos abismamos a las profundidades insondables de los sentimientos que gobiernan las decisiones de las personas. El capítulo final se reserva para Callie, la madre, que nos revelará detalles inquietantes.
Deliciosa cotidianeidad. Delicioso realismo sin acritud. Sólo por el gozo de narrar.
Hay otro detalle importante que pudo ser clave para decidirse a leer la novela: fue la única que escribió la autora. Esto suele ser buena señal. Salinger, Rulfo y Lampedusa concretaron todo lo que tenían que decir en obras maestras. Pero claro, habrá otros muchos contraejemplos que echen por tierra la teoría.
Las estancias veraniegas en casa de sus padres con sus hermanas le inspiraron su primera y única novela publicada, Cuatro hermanas (1962), que rápidamente se convirtió en un best seller.